Dapywen

Ella iba caminando por un oscuro callejón la sombra vio lo que allí había y allí mismo lo ejecutó. Dentro de su miserable vientre el diablo se engendró así lo quiso, así lo vio: ¡Nuestro Dios, nuestro Señor! ¡El pecado cometerás! Inmundicia, sangre y fuego tu futura vida será. No quites la semilla o la muerte encontrarás no arranques una vida ¡aunque sea la de Satanás! Ahora sola camina sin ganas de vivir sin poder seguir buscando la manera de salir Daño le hace, pero más la destrozará ya que el feto maldito cara de sombra tend

Abrí lentamente los ojos. La habitación era oscura, apenas iluminada por una bombilla en el fondo de la habitación. Hacía frío. La habitación era pequeña, gris y no tenía muebles. Sólo había una escalera de madera, y arriba una puerta de metal. Oía un repiqueteo, como un metal golpeando el suelo. Me dolía la cabeza. Intenté llevarme las manos a las sienes, pero una cadena que sujetaba mis muñecas no me dejó moverlas. Noté cómo mi corazón se disparaba. Miré mis muñecas. Unas esposas aferraban firmemente mis extremidades.  No podía moverme.

Caminaba por el bosque, donde, sin haberme dado cuenta, se había quedado en la penumbra, ya que la noche había caído. Agarraba con firmeza la mochila, llena de libros del instituto. Había perdido a mis amigos hacía rato, y no podía asegurar de que habían llegado a casa o estarían igual que yo. Viernes por la tarde, mis amigos y yo habíamos ido al bosque después del instituto, para pasar un buen día en el campo, entre risas y alcohol. Nos habíamos quedado dormidos, por la influencia de las cervezas. Cuando me desperté, estaba el bosque oscuro, y una espesa niebla cubría el

Apoyó el cigarrillo en el cenicero al tiempo que exhalaba una bocanada de humo, dibujando formas difusas en el aire, y presionó la tecla que finalizaría por fin su novela. El reloj de la pared marcaba las doce en punto, pero la escasa luz que se filtraba a través de la cortina de tela plastificada no ponía fácil saber si del mediodía o de la noche. Desvió la mirada hacia la máquina de escribir y recogió el folio, apilándolo junto a los demás. Era el momento de ponerse punto final.

Si tuvieses una sola bala y una sola oportunidad, ¿a quién dispararías? No, no me contestes aún. No es bueno decir las cosas en caliente. Piénsalo. Desde el primer momento en que abriste los ojos (y no me refiero a cuando naciste, sino a cuando tomaste conciencia de que el mundo es una soberana mierda), ha habido personas que te han hecho sufrir, ¿no? Ese pequeño matón de patio de recreo, ese profesor que te ha suspendido, ese primer amor no correspondido... Seguro que en algún momento quisiste utilizar esa hipotética pistola contra ellos, ¿verdad? Y lo hubieras hecho... en caliente. Lueg

Lo único que necesito es un momento de liberación, una oportunidad de utilizar cualquier vía de escape a esta cárcel autoimpuesta. Incluso después de haberle dado cuerda, las manecillas del reloj siguen sin funcionar. El tiempo en mí sigue parado. Supongo que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que intenté volar.